miércoles, 20 de febrero de 2013

Historias del barrio.


Historias del barrio. 

Por la mañana andaba doña Lupe paseando con el Firuláis, perrito chihuahueño altanero como su dueña; de esos que no dejan de seguirte a ladridos cuando osas pasar cerca de él, para que este pudiera cagar en la calle, porque Doña Lupe, hermana de una influyente asambleísta por el PRiD, no le gusta llevar a Firuláis al parque que está a media cuadra, a hacer sus necesidades más básicas porque se llena de pasto ya seco y crecido, y también porque se acostumbra a dar unos revolcones en la parte donde esté más apestoso, tal vez donde descansaba algún perro muerto que acababan de recoger, no sé, pero prefiere que cague en la calle para que de repente me embarre el zapato cuando camino por la noche cuando estoy abstraído en mis pensamientos, no me fijo muy bien donde piso; bueno, retomando, andaba Doña Lupe paseándolo para que el susodicho perro cagara cuando se le ocurre parar y hacerlo atrás de un auto (de esos que son muy silenciosos), cuando de repente este se arranca en reversa, Don Beto, el chofer, no se percata del perro y con tan mala suerte para este, que se atora en la parte baja y se lo lleva arrastrando, chillando a más no poder el pobre chihuahueño trata de desprenderse del mortal jalón, doña Lupe desesperada se avienta al auto porque don Beto no se detiene, ya es grande y no oye bien, golpeando el cofre a puñetazos encima de él le grita, - ¡viejo pendejo, párese cabrón, mi Firuláis!- con ese lenguaje tan particular que tienen las familias de las clases dirigentes de esta ciudad, el pobre señor que ni enterado estaba se detiene, estupefacto sale del auto y doña Lupe lo insulta con un verborrea que cualquier “cacharpo” de microbús le envidiaría, cuando no se da cuenta que la esposa de don Beto sale al quite, la Sra. Roberta la cual es celebre en la calle por no dejarse de nadie, se quedan un rato peleando, el Firuláis se queda sobando de la arrastrada de su orgullo y lamiendo su pelaje lleno ahora de grasa, ignorando la discusión que ha generado parece no darse cuenta de lo cerca que estuvo la muerte, de todos modos no pasa a mayores, se están dando con todo, ¡piedra con coyol!, obviamente salen chispas, entre los insultos resalta la prepotencia de la hermana de la asambleísta con amenazas intercaladas con mentadas de madre y pendejeadas, los dejo peleando y no termino de reír, pobre Firuláis que culpa tiene de haber nacido ahí.

Sucesos verídicos, los nombres de los protagonistas han sido cambiados para proteger al inocente Firuláis, cualquier semejanza con la realidad, es la realidad!

@Tebysass

11 comentarios:

  1. Una historia de tantas en la ciudad… ¡Bien!

    Muy DF, me gustó.

    ResponderEliminar
  2. Gracias a tu excelente artículo Teby, ¡somos ya varios los que no paramos de reír!

    Tal cuál el refinado "nivel" de discusión, pero sobre todo de civilidad, que persiste en el DF.

    Pensar que hay quien dice que gracias a estos "gobiernazos" de ¿izquierda?, el DF es la "Amsterdam" de América Latina... (Seeee)

    ResponderEliminar
  3. Jajaja, mi estimado Teby, excelente crónica, salpicada de un humor ácido, lamentablemente es la triste realidad del influyentismo mexicano.

    ResponderEliminar
  4. La historia está cargada de nuestra propia esencia, creo que por esa razón identifico a cada uno de esos personajes, pura Idiosincrasia Toby Dick.

    ResponderEliminar
  5. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  6. No se si reír por el suceso o enojarme porque la desgraciada vieja sucia lleve a su perro a cagotearse a la calle.Vieja rústica!

    ResponderEliminar
  7. Gracias por tus comentarios Alessa.

    ResponderEliminar