Historias del barrio.
Por la mañana andaba doña Lupe paseando con el Firuláis, perrito
chihuahueño altanero como su dueña; de esos que no dejan de seguirte a ladridos
cuando osas pasar cerca de él, para que este pudiera cagar en la calle, porque Doña Lupe, hermana de una influyente asambleísta
por el PRiD, no le gusta llevar a Firuláis al parque que está
a media cuadra, a hacer sus necesidades más básicas porque se llena de pasto ya
seco y crecido, y también porque se acostumbra a dar unos revolcones en la
parte donde esté más apestoso, tal vez donde descansaba algún perro muerto que
acababan de recoger, no sé, pero prefiere que cague en la calle para que de
repente me embarre el zapato cuando camino por la noche cuando estoy abstraído en
mis pensamientos, no me fijo muy bien donde piso; bueno, retomando, andaba Doña
Lupe paseándolo para que el susodicho perro cagara cuando se le ocurre parar y hacerlo
atrás de un auto (de esos que son muy silenciosos), cuando de repente este se arranca
en reversa, Don Beto, el chofer, no se percata del perro y con tan mala suerte
para este, que se atora en la parte baja y se lo lleva arrastrando, chillando a
más no poder el pobre chihuahueño trata de desprenderse del mortal jalón, doña
Lupe desesperada se avienta al auto porque don Beto no se detiene, ya es grande
y no oye bien, golpeando el cofre a puñetazos encima de él le grita, - ¡viejo pendejo, párese
cabrón, mi Firuláis!- con ese lenguaje tan particular que tienen las familias de
las clases dirigentes de esta ciudad, el pobre señor que ni enterado estaba se
detiene, estupefacto sale del auto y doña Lupe lo insulta con un verborrea que
cualquier “cacharpo” de microbús le envidiaría, cuando no se da cuenta que la
esposa de don Beto sale al quite, la Sra. Roberta la cual es celebre en la
calle por no dejarse de nadie, se quedan un rato peleando, el Firuláis se queda
sobando de la arrastrada de su orgullo y lamiendo su pelaje lleno ahora de
grasa, ignorando la discusión que ha generado parece no darse cuenta de lo
cerca que estuvo la muerte, de todos modos no pasa a mayores, se están dando con
todo, ¡piedra con coyol!, obviamente salen chispas, entre los insultos resalta la
prepotencia de la hermana de la asambleísta con amenazas intercaladas con
mentadas de madre y pendejeadas, los dejo peleando y no termino de reír, pobre Firuláis que
culpa tiene de haber nacido ahí.
Sucesos verídicos, los nombres de los protagonistas han sido
cambiados para proteger al inocente Firuláis, cualquier semejanza con la
realidad, es la realidad!
@Tebysass
Una historia de tantas en la ciudad… ¡Bien!
ResponderEliminarMuy DF, me gustó.
Saludos Milo, gracias.
EliminarGracias a tu excelente artículo Teby, ¡somos ya varios los que no paramos de reír!
ResponderEliminarTal cuál el refinado "nivel" de discusión, pero sobre todo de civilidad, que persiste en el DF.
Pensar que hay quien dice que gracias a estos "gobiernazos" de ¿izquierda?, el DF es la "Amsterdam" de América Latina... (Seeee)
Gracias a Uds. por leerlo. saludos.
EliminarJajaja, mi estimado Teby, excelente crónica, salpicada de un humor ácido, lamentablemente es la triste realidad del influyentismo mexicano.
ResponderEliminarGracias Huishito.
EliminarLa historia está cargada de nuestra propia esencia, creo que por esa razón identifico a cada uno de esos personajes, pura Idiosincrasia Toby Dick.
ResponderEliminarGracias Toby.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarNo se si reír por el suceso o enojarme porque la desgraciada vieja sucia lleve a su perro a cagotearse a la calle.Vieja rústica!
ResponderEliminarGracias por tus comentarios Alessa.
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