Era un
viernes, los hijos y la señora se habían ido de vacaciones a Veracruz, yo,
joven y sin familia me apresure a llamar por teléfono a mis amigos de la
colonia para salir a cotorrear, viernes por la noche, al ser día de muertos tuve
que trabajar medio día, saliendo me apresure a irme a la casa para alistarme y
emperifollarme (no es cierto solo buena ropa y un baño + perfume), y ya en la tarde nos reunimos, el “Tomaleón”,
“Gordo”, “Alambres”, “Polo”, “El grande” y yo “el negro”, y decidimos ir a un lugar donde se pudiese
bailar, nos enfilamos a la Zona Rosa para buscar algún lugar de esparcimiento y
después de mucho buscar y algunas indecisiones nos enfilamos hacia Av. Reforma
poniente a un bar donde nos disponíamos a terminar una buena botella de Ron, con
música de un tecladista y plática ocasional, luego llego otra botella y
luego otra, ya no recuerdo bien, la verdad es que cuando salimos del bar ya
estaban bastante borrosos los demás, el piso no se estaba quieto; nos cambian
los vasos de vidrio por los clásicos desechables, y al momento de subirnos al
coche, uno de mis amigos, el alambres se quiere ir en la ventana, detrás del
conductor, yo me aferro a que nos fuéramos tal y como veníamos, eran aproximadamente las 2 a.m. cuando a esa
hora los semáforos de los cruceros están parpadeando en ámbar o en rojo, venía
manejando Polo, el solo se había echado unas dos o tres cubas, lo que lo
caracterizaba es que no era muy bueno manejando.
Hasta ahí
recuerdo que veníamos a mitad de camino, lo siguiente que recuerdo es que yo estaba en el asiento delantero, al
voltear a mi alrededor vi las puertas abiertas, todos los vidrios del auto
rotos, sentí mi brazo izquierdo dormido, como cuando te acuestas encima de él y
no lo sientes, algo similar, pero veo que sale sangre abundante por la manga de
mi camisa, tengo una fractura expuesta de humero, y piel colgando del dorso de
la mano así como del brazo , como traigo encima bastantes tragos la verdad es
que no me preocupo demasiado, como si fuera algún raspón sin mayor
trascendencia, veo la ambulancia haciendo a un lado a numerosos curiosos que ya se habían
aglomerado alrededor, con la suerte de que los rescatistas estaban en esa
esquina comiéndose unos tacos, la atención fue inmediata, me trasladaros a la
cruz roja de Polanco, es algo surrealista ir dentro de la ambulancia, cortan
con tijeras toda mi ropa y la correa del reloj el cual nunca lo vuelvo a ver, a
uno de mis amigos que viaja conmigo le digo que me lleven a un hospital del
Seguro Social al cual tengo derecho como trabajador, me llevan al hospital de
Traumatología “Magdalena de las Salinas”, me pasan inmediatamente, me colocan
en una mesa de acero inoxidable y me lavan con agua caliente las heridas, me
pasan inmediatamente a quirófano, la operación dura aproximadamente 8 horas, yo
despierto en medio de la operación y veo a una prima que es doctora, me vuelvo
a quedar inconsciente.
Hasta que
los dolores me despiertan en la sala de recuperación, tengo una sed de carretonero,
pido agua y me la niegan, no se puede me dicen porque te acaban de operar y te
puedes ahogar si vomitas, tengo unas ganas terribles de orinar, me pasan una
jarra a la cual la llaman “pato”, tengo vendajes del doble del tamaño de mi
brazo y una venda hace que este me cuelgue alzado de una estructura que hay en
la cama, hago tres intentos y no puedo
orinar, (que alguien intente orinar acostado con una jarra al lado y vera lo
que le digo), desde mi cerebro doy la orden de orinar y nada sale, al tercer intento
pues logro hacerlo. En la tarde me trasladan a mi habitación temporal, empiezan
a desfilar las visitas, primero mi esposa la cual esta bañada en llanto, yo
todavía no he medido lo que se vendría más adelante, solo pensaba que habían
sido algunas fracturas cualquiera y algunas costuras, máximo pensé, dos días y
ya estas afuera, las enfermeras no te proporcionan mayor información y los
doctores son muy escuetos, poco a poco me tengo que ir enterando, pasa después
mi madre también llorando, me cuenta que casi le da un infarto, primero cuando
le avisan en la noche que nos habíamos accidentado, segundo cuando habla con
los doctores que me iban a operar y le comentan que tal vez me tengan que
cortar el brazo, está muy destrozado, ella se les arrodillo y les pidió que de
favor no me lo fueran a cortar, -ya vez hijo te hubieras quedado en la casa, si
no hubieras tomado-, yo me defendí, le dije – yo no venía manejando, no fue mi
culpa, los accidentes pasan - ella solo
meneaba la cabeza sin consentir en lo que yo decía. Pasan a visitarme también
mís amigos, uno de ellos salió también con algunos cortes sin importancia, el
que iba manejando me vio y me dijo que estaba en mis manos si lo quería
demandar o no, la verdad es que no sentí nunca algún resentimiento con Polo,
nunca sentí que el fuera culpable. Cuando fue el ministerio público a tomar mi
declaración y me preguntaron que si quería querella contra el conductor del auto
en el que veníamos y con el conductor del autobús que nos embistió, dije que
no.
Ya después de
algunas visitas me contaron que en una avenida un camión de la extinta ruta
100, se pasó de largo el semáforo que estaba parpadeando , así como Polo, y
pues llego el inevitable encontronazo, el golpe fue de la mitad para atrás del
auto, precisamente sobre la ventanilla en la que yo tanto pelee, los plásticos
internos de la puerta fueron los responsables de los cortes a mi piel, también
tuve algunas cortaduras en el cráneo y rostro, así como algunos dientes
fracturados, pero a esas alturas eso se volvió “peccata minuta”.
Llego el
siguiente día, pasaron las rondas de doctores con sus residentes siguiéndolos,
por fortuna me toco como doctor el responsable del área quirúrgica de brazo, un
doctor con mucha experiencia, así es como me voy enterando poco a poco de los
detalles del daño a mi extremidad, fractura expuesta del Humero, perdida de
musculo, perdida de hueso, fractura del dedo índice, cortes profundos en la
piel del brazo y de la mano, me hacen la primera curación y desenvuelven los
vendajes con gasa y algodón, es terrible, cuando retiran las gasa bañadas en un
gel ambarino (después me entero que era furacin), ahora sí, siento un agudo
dolor, como han de sentir los torturados cuando los despellejan, se habían
pegado la sangre a las gasas, me volvía a sangrar copiosamente mi brazo
desprovisto de piel, solo me había quedado la piel interior que va junto al
tórax, alrededor del bíceps ¡no existía!, la piel de la mano ya la habían
logrado coser sin que existiese perdida y un clavo de 10 cm aproximadamente remataba
mi dedo índice, me explican que en la operación solo se dedicaron a
descontaminar la herida, a unir las venas, vasos sanguíneos que habían sido
cercenados, a colocarme el clavo de la fractura del dedo y coserme la piel de
la mano, esta presentaba una pérdida de movilidad porque no pudieron localizar
el nervio radial, el responsable de enviar el mensaje eléctrico que hace que se
alce la mano, posteriormente, un día sí y otro no llegaba por la mañana el
carrito de las curaciones, era de la fregada cuando veía el susodicho carrito,
me entraba una angustia terrible, era muy dolorosa cada curación. A la
siguiente semana me operan otra vez, es para colocarme una placa bastante
grande y tornillos sobre el humero, a la siguiente semana me tienen que quitar
hueso de la cadera porque hay pedazos de humero que no aparecieron, esta fue la operación más dolorosa, me
despertó el dolor en la cadera, me habían dicho que también de la rodilla
podían sacar el pedazo de hueso, pero que me iba a tardar en volver a caminar y
en cambio si era de la cadera me iba a recuperar más rápido, mentirosos, no
pude volver a caminar hasta dentro de dos meses, el dolor era muy intenso, le
dije a mi esposa que de favor me disculpara con las visitas que tuviesen gripa pero no quería verlas,
tenía pavor de que me diese un resfriado y tener que estornudar, porque
cualquier movimiento por mínimo que fuese me dolía fuertemente la cresta
iliaca, recibí muchísimas bolsas de sangre desde la primera operación, también
me tuvieron que poner plasma, tenía todo el tiempo suero en el brazo que estaba
bueno, me inyectaban de manera masiva antibióticos y calmantes, me quedaron
destrozadas las venas del brazo, a lo cual después de tres semanas tuvieron que
darme los antibióticos por vía oral, recuerdo los sueños alucinantes que llegue
a tener, no sé, si por los medicamentos o alguna calentura, oficialmente nunca
me diagnosticaron que hubiese infección.
A la tercera
semana me hicieron el injerto de piel, tomando esta de mi pierna izquierda, el
dolor también me despertó, esta vez me pusieron una nueva anestesia me dijeron,
me colocaron un tubito dentro de la columna vertebral, lo cual me provoco un
calambre de la pierna derecha que me duro como tres años, cuando desperté
sentía mucha angustia, algo malo me iba a pasar, es terrible, nunca había sentido
tanta angustia como esa vez, pensar que si mi esposa me dejaba que ya nadie
nunca me iba a querer.
A la quinta
semana me dieron de alta, un año duro la terapia física para poder moverme
bien, después me volvieron a operar para tener la mano funcional, colocándome
un musculo y tendón que hace el movimiento de lado y me lo colocaron en donde
pudiera hacer el movimiento de arriba y abajo, todo salió muy bien, lo único es
que ya no puedo pedir “ray”, no puedo menear de lado a lado la mano.
En mi
trabajo aunque estuve más de un año con incapacidad, me esperaron, mi patrón se
portó a todo dar, a mis padres desde el día en que me accidenté les dijo que me
iba a esperar mi trabajo, mi madre le dijo que tal vez no recobraría el
movimiento del brazo y el le contesto que para las computadoras eso no importa
(en ese tiempo yo era cotizador de impresos) se mostró muy humano, como no fue
accidente de trabajo el seguro social solo me pagaba el 60% de mi salario, la
empresa me pagó el 100% todo ese tiempo, quien diga que la iniciativa privada
es despiadada y desalmada, yo no les creo.
Después de
año y medio me reintegré a mi trabajo. Todo ese tiempo, desde el accidente
hasta el día de mi integración al 100%, fue algo muy angustiante, no
sabía cómo iba a quedar del brazo, no sabía si realmente iba a poder seguir en
mi trabajo, no sabía que tan cicatrizado quedaría mi cuerpo, era una
desgraciada incertidumbre, luego como no tengo la costumbre de comunicar las
cosas que pienso y siento, yo solo me trague esa angustia, tuve que beber
muchísimo otros años más, no había nada que me pudiese consolar.
El día de
hoy ya no bebo nada de alcohol, ya mi antiguo patrón falleció, trabajo por mi
cuenta, mis hijos están grandes y todavía estoy casado con mi esposa, esta
experiencia como muchas otras que tuve que vivir me convencieron para no volver
a tomar, pero eso es otra historia.
Después de
un accidente ya nada es igual, siempre creí que a mi nunca me iba a pasar nada,
la experiencia marca otra cosa.
@Tebysass