martes, 16 de abril de 2013

Beviernes por la noche.





          Era un viernes, los hijos y la señora se habían ido de vacaciones a Veracruz, yo, joven y sin familia me apresure a llamar por teléfono a mis amigos de la colonia para salir a cotorrear, viernes por la noche, al ser día de muertos tuve que trabajar medio día, saliendo me apresure a irme a la casa para alistarme y emperifollarme (no es cierto solo buena ropa y un baño + perfume),  y ya en la tarde nos reunimos, el “Tomaleón”, “Gordo”, “Alambres”, “Polo”, “El grande”  y yo “el negro”,  y decidimos ir a un lugar donde se pudiese bailar, nos enfilamos a la Zona Rosa para buscar algún lugar de esparcimiento y después de mucho buscar y algunas indecisiones nos enfilamos hacia Av. Reforma poniente a un bar donde nos disponíamos a terminar una buena botella de Ron, con música de un tecladista y plática ocasional, luego llego otra botella y luego otra, ya no recuerdo bien, la verdad es que cuando salimos del bar ya estaban bastante borrosos los demás, el piso no se estaba quieto; nos cambian los vasos de vidrio por los clásicos desechables, y al momento de subirnos al coche, uno de mis amigos, el alambres se quiere ir en la ventana, detrás del conductor, yo me aferro a que nos fuéramos tal y como veníamos,  eran aproximadamente las 2 a.m. cuando a esa hora los semáforos de los cruceros están parpadeando en ámbar o en rojo, venía manejando Polo, el solo se había echado unas dos o tres cubas, lo que lo caracterizaba es que no era muy bueno manejando.
Hasta ahí recuerdo que veníamos a mitad de camino, lo siguiente que recuerdo es  que yo estaba en el asiento delantero, al voltear a mi alrededor vi las puertas abiertas, todos los vidrios del auto rotos, sentí mi brazo izquierdo dormido, como cuando te acuestas encima de él y no lo sientes, algo similar, pero veo que sale sangre abundante por la manga de mi camisa, tengo una fractura expuesta de humero, y piel colgando del dorso de la mano así como del brazo , como traigo encima bastantes tragos la verdad es que no me preocupo demasiado, como si fuera algún raspón sin mayor trascendencia, veo la ambulancia haciendo a un lado  a numerosos curiosos que ya se habían aglomerado alrededor, con la suerte de que los rescatistas estaban en esa esquina comiéndose unos tacos, la atención fue inmediata, me trasladaros a la cruz roja de Polanco, es algo surrealista ir dentro de la ambulancia, cortan con tijeras toda mi ropa y la correa del reloj el cual nunca lo vuelvo a ver, a uno de mis amigos que viaja conmigo le digo que me lleven a un hospital del Seguro Social al cual tengo derecho como trabajador, me llevan al hospital de Traumatología “Magdalena de las Salinas”, me pasan inmediatamente, me colocan en una mesa de acero inoxidable y me lavan con agua caliente las heridas, me pasan inmediatamente a quirófano, la operación dura aproximadamente 8 horas, yo despierto en medio de la operación y veo a una prima que es doctora, me vuelvo a quedar inconsciente.

Hasta que los dolores me despiertan en la sala de recuperación, tengo una sed de carretonero, pido agua y me la niegan, no se puede me dicen porque te acaban de operar y te puedes ahogar si vomitas, tengo unas ganas terribles de orinar, me pasan una jarra a la cual la llaman “pato”, tengo vendajes del doble del tamaño de mi brazo y una venda hace que este me cuelgue alzado de una estructura que hay en la cama,  hago tres intentos y no puedo orinar, (que alguien intente orinar acostado con una jarra al lado y vera lo que le digo), desde mi cerebro doy la orden de orinar y nada sale, al tercer intento pues logro hacerlo. En la tarde me trasladan a mi habitación temporal, empiezan a desfilar las visitas, primero mi esposa la cual esta bañada en llanto, yo todavía no he medido lo que se vendría más adelante, solo pensaba que habían sido algunas fracturas cualquiera y algunas costuras, máximo pensé, dos días y ya estas afuera, las enfermeras no te proporcionan mayor información y los doctores son muy escuetos, poco a poco me tengo que ir enterando, pasa después mi madre también llorando, me cuenta que casi le da un infarto, primero cuando le avisan en la noche que nos habíamos accidentado, segundo cuando habla con los doctores que me iban a operar y le comentan que tal vez me tengan que cortar el brazo, está muy destrozado, ella se les arrodillo y les pidió que de favor no me lo fueran a cortar, -ya vez hijo te hubieras quedado en la casa, si no hubieras tomado-, yo me defendí, le dije – yo no venía manejando, no fue mi culpa, los accidentes pasan -   ella solo meneaba la cabeza sin consentir en lo que yo decía. Pasan a visitarme también mís amigos, uno de ellos salió también con algunos cortes sin importancia, el que iba manejando me vio y me dijo que estaba en mis manos si lo quería demandar o no, la verdad es que no sentí nunca algún resentimiento con Polo, nunca sentí que el fuera culpable. Cuando fue el ministerio público a tomar mi declaración y me preguntaron que si quería querella contra el conductor del auto en el que veníamos y con el conductor del autobús que nos embistió, dije que no.
Ya después de algunas visitas me contaron que en una avenida un camión de la extinta ruta 100, se pasó de largo el semáforo que estaba parpadeando , así como Polo, y pues llego el inevitable encontronazo, el golpe fue de la mitad para atrás del auto, precisamente sobre la ventanilla en la que yo tanto pelee, los plásticos internos de la puerta fueron los responsables de los cortes a mi piel, también tuve algunas cortaduras en el cráneo y rostro, así como algunos dientes fracturados, pero a esas alturas eso se volvió “peccata minuta”.

Llego el siguiente día, pasaron las rondas de doctores con sus residentes siguiéndolos, por fortuna me toco como doctor el responsable del área quirúrgica de brazo, un doctor con mucha experiencia, así es como me voy enterando poco a poco de los detalles del daño a mi extremidad, fractura expuesta del Humero, perdida de musculo, perdida de hueso, fractura del dedo índice, cortes profundos en la piel del brazo y de la mano, me hacen la primera curación y desenvuelven los vendajes con gasa y algodón, es terrible, cuando retiran las gasa bañadas en un gel ambarino (después me entero que era furacin), ahora sí, siento un agudo dolor, como han de sentir los torturados cuando los despellejan, se habían pegado la sangre a las gasas, me volvía a sangrar copiosamente mi brazo desprovisto de piel, solo me había quedado la piel interior que va junto al tórax, alrededor del bíceps ¡no existía!, la piel de la mano ya la habían logrado coser sin que existiese perdida y un clavo de 10 cm aproximadamente remataba mi dedo índice, me explican que en la operación solo se dedicaron a descontaminar la herida, a unir las venas, vasos sanguíneos que habían sido cercenados, a colocarme el clavo de la fractura del dedo y coserme la piel de la mano, esta presentaba una pérdida de movilidad porque no pudieron localizar el nervio radial, el responsable de enviar el mensaje eléctrico que hace que se alce la mano, posteriormente, un día sí y otro no llegaba por la mañana el carrito de las curaciones, era de la fregada cuando veía el susodicho carrito, me entraba una angustia terrible, era muy dolorosa cada curación. A la siguiente semana me operan otra vez, es para colocarme una placa bastante grande y tornillos sobre el humero, a la siguiente semana me tienen que quitar hueso de la cadera porque hay pedazos de humero que no aparecieron,   esta fue la operación más dolorosa, me despertó el dolor en la cadera, me habían dicho que también de la rodilla podían sacar el pedazo de hueso, pero que me iba a tardar en volver a caminar y en cambio si era de la cadera me iba a recuperar más rápido, mentirosos, no pude volver a caminar hasta dentro de dos meses, el dolor era muy intenso, le dije a mi esposa que de favor me disculpara con las visitas que tuviesen gripa pero no quería verlas, tenía pavor de que me diese un resfriado y tener que estornudar, porque cualquier movimiento por mínimo que fuese me dolía fuertemente la cresta iliaca, recibí muchísimas bolsas de sangre desde la primera operación, también me tuvieron que poner plasma, tenía todo el tiempo suero en el brazo que estaba bueno, me inyectaban de manera masiva antibióticos y calmantes, me quedaron destrozadas las venas del brazo, a lo cual después de tres semanas tuvieron que darme los antibióticos por vía oral, recuerdo los sueños alucinantes que llegue a tener, no sé, si por los medicamentos o alguna calentura, oficialmente nunca me diagnosticaron que hubiese infección.
A la tercera semana me hicieron el injerto de piel, tomando esta de mi pierna izquierda, el dolor también me despertó, esta vez me pusieron una nueva anestesia me dijeron, me colocaron un tubito dentro de la columna vertebral, lo cual me provoco un calambre de la pierna derecha que me duro como tres años, cuando desperté sentía mucha angustia, algo malo me iba a pasar, es terrible, nunca había sentido tanta angustia como esa vez, pensar que si mi esposa me dejaba que ya nadie nunca me iba a querer.
A la quinta semana me dieron de alta, un año duro la terapia física para poder moverme bien, después me volvieron a operar para tener la mano funcional, colocándome un musculo y tendón que hace el movimiento de lado y me lo colocaron en donde pudiera hacer el movimiento de arriba y abajo, todo salió muy bien, lo único es que ya no puedo pedir “ray”, no puedo menear de lado a lado la mano.
En mi trabajo aunque estuve más de un año con incapacidad, me esperaron, mi patrón se portó a todo dar, a mis padres desde el día en que me accidenté les dijo que me iba a esperar mi trabajo, mi madre le dijo que tal vez no recobraría el movimiento del brazo y el le contesto que para las computadoras eso no importa (en ese tiempo yo era cotizador de impresos) se mostró muy humano, como no fue accidente de trabajo el seguro social solo me pagaba el 60% de mi salario, la empresa me pagó el 100% todo ese tiempo, quien diga que la iniciativa privada es despiadada y desalmada, yo no les creo.
Después de año y medio me reintegré a mi trabajo. Todo ese tiempo, desde el accidente hasta el día de mi integración al 100%, fue algo muy angustiante, no sabía cómo iba a quedar del brazo, no sabía si realmente iba a poder seguir en mi trabajo, no sabía que tan cicatrizado quedaría mi cuerpo, era una desgraciada incertidumbre, luego como no tengo la costumbre de comunicar las cosas que pienso y siento, yo solo me trague esa angustia, tuve que beber muchísimo otros años más, no había nada que me pudiese consolar.

El día de hoy ya no bebo nada de alcohol, ya mi antiguo patrón falleció, trabajo por mi cuenta, mis hijos están grandes y todavía estoy casado con mi esposa, esta experiencia como muchas otras que tuve que vivir me convencieron para no volver a tomar, pero eso es otra historia.

Después de un accidente ya nada es igual, siempre creí que a mi nunca me iba a pasar nada, la experiencia marca otra cosa.

 

@Tebysass

5 comentarios:

  1. MUY FUERTE Teb. Gracias por compartirnos esta historia de vida. Un abrazo

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  2. Gracias Troll, son cosas que uno vive sin querer, y lo mejor es no perdí ni brazo, ni familia, ni trabajo... un abrazo!

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  3. Me alegro mucho que todo te marche bien Teby! Un placer leerte, y saludarte!

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  4. Bien dicen el mejor maestro es la vida, cada experiencia que uno vive es una nueva lección, de las cuales se debe aprender tanto como pueda.

    De esta manera es como todos adquirimos costumbres, fobias, filias y odios. Saludos Teby.

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  5. Efectivamente, si uno no entiende a la primera revolcada de la vida, te vuelve a dar otra.

    Saludos Milo.

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